Poner en marcha un proyecto para reformar el clima de
convivencia en las escuelas es una tarea titánica, de mucho reto pero más
importante, debe ser un proceso basado en la evidencia, amparándose en las
mejores prácticas para lograr el cambio deseado. A esto le agregamos el hecho
de enfatizar en la prevención e intervención del acoso escolar o bullying. Algunos
programas y enfoques han sido efectivos al lograr una buena convivencia escolar
y prevención del acoso, mientras que otros programas lo han conseguido a
medias.
En muchos casos, los estudios solamente han reportado un
30% de efectividad. Esto pudiera denotar que el acoso escolar es un síntoma de
un problema mayor. En ocasiones hemos dicho que el bullying ocurre por el abuso
de los más fuertes contra los más débiles. Sin embargo, es posible que esta
dinámica se observe en un grupo pequeño de estudiantes. Muchos estudiantes no
se tratan amablemente porque no han aprendido o se ha fracasado en educar sobre
la importancia de los valores universales.
Varios estudios señalan la necesidad de impulsar la
formación de un carácter cívico y ético en los estudiantes para reducir y hasta
eliminar el acoso escolar. Estoy convencida de que uno de los elementos más relevantes
para reducir la crueldad y la violencia entre los estudiantes es fortaleciendo
lo opuesto: la bondad. Los buenos hábitos inhiben las malas conductas y hasta
podrían detener el bullying. Se requiere crear conciencia sobre la ejecución de
un plan que ayude a lograr una clase de educación que establezca una cultura de
ayuda y de amabilidad entre los alumnos y que honre su dignidad humana. Se
necesita una cultura de bondad que no esté basada meramente en el respeto de
las características particulares que puedan tener algunos estudiantes ni
apoyada por corrientes ideológicas y anti-cientificas que en nada abonan al
desarrollo pleno de ellos como seres humanos.
El éxito de la puesta en acción de un proyecto de tal
naturaleza incluye la realización de estudios de necesidades en las escuelas,
la implementación de currículos que focalicen en el aprendizaje de cooperación,
el comportamiento pro social y los valores, al igual que brindar un esfuerzo continuo
de seguimiento a las actividades realizadas. Del mismo modo, el resultado
esperado dependerá del compromiso de los padres, el personal escolar, los
estudiantes, el apoyo de los diferentes grupos de la comunidad, el
envolvimiento de los profesionales de la salud mental, la aceptación del reto
de un compromiso de los sectores gubernamentales y la concienciación del compromiso
que deben tener los medios de comunicación, radiales, televisivos, escritos y
digitales.
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