viernes, 15 de diciembre de 2017

bullying, uso de sustancias y conducta sexual: riesgos y consecuencias

Cuando se piensa en el acoso escolar o bullying, no podemos perder de perspectiva que este fenómeno está relacionado con el uso de sustancias y el comportamiento sexual de los adolescentes. El acoso escolar comienza en el periodo escolar de primaria pero alcanza su pico más alto en la etapa de la adolescencia. Es en estas edades que los jóvenes están en mayor riesgo de experimentar con las drogas ilícitas y con el sexo.

En relación al uso de drogas y alcohol, agresores y víctimas, están en mayor riesgo de usar cigarrillos, alcohol y marihuana. Estas sustancias son conocidas como las primeras en la lista de drogas que abren la puerta al uso de otras drogas más peligrosas como las drogas sintéticas y los opioides. Para las víctimas, el uso de drogas y alcohol es una forma equivocada de tratar de lidiar con la situación. Para los agresores, lo ven como una manera de ampliar su sentido de poder sobre los demás.

En cuanto a la conducta sexual, aunque todos los niños y jóvenes pueden estar en riesgo de incurrir en una conducta sexual temprana, también los estudios indican que los estudiantes que se involucran en relaciones sexuales, tienen más probabilidades de ser blanco de acoso escolar. Esto ocurre más en las féminas que en los varones. No obstante, los que son agresores y la combinación de agresor/víctima, estos últimos, tienen mayor probabilidad de iniciarse en las relaciones sexuales.

A su vez, todas estas variables pueden traer como consecuencia síntomas clínicos como la baja autoestima, depresión mayor, la ansiedad y el riesgo de cometer suicidio.


Si se fijan, estas respuestas que los menores pueden tener frente al bullying son caminos muy peligrosos con repercusiones muy arriesgadas. Comenzar a cultivar en las edades tempranas de los hijos, la buena comunicación, la sana autoestima y la confianza, significan un buen punto de partida para la prevención desde la familia.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Los maestros y la salud mental de sus estudiantes

El problema de la salud mental en los menores de edad es un asunto serio que merece mucha atención y seguimiento. A nivel mundial se estima que un 20% de los jóvenes padecen de alguna condición emocional de importancia.

En mi país Puerto Rico, esta realidad es muy similar a lo que se refleja mundialmente. Actualmente, existen más de 100,00 niños y adolescentes que han padecido en algún momento de síntomas relacionados a una condición mental. Tristemente aun, a nivel mundial, el suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años de edad.

Los detonantes asociados al surgimiento de síntomas clínicos en los niños y adolescentes se encuentra la combinación de los siguientes factores que no se limitan pero incluyen: las catástrofes naturales o provocados (guerras), las pérdidas, los problemas familiares, aspectos sociales como el rechazo, problemas en las relaciones interpersonales, la estigmatización o la discriminación y elementos biológicos.
En relación a los estudiantes, las investigaciones indican que 1 de cada 5 estudiantes sufren de alguna condición mental. Entre los problemas más comunes se encuentran, la depresión mayor, la ansiedad, el estrés agudo, los problemas de conducta y los problemas de sustancias y alcohol entre otros. Es necesario que todas las escuelas cuenten con los recursos necesarios (Trabajadores Sociales, Consejeros, etc.) para las alternativas de manejo adecuado.

Los maestros pueden ser también ese personal de primera línea para identificar problemas emocionales en sus estudiantes y canalizar la ayuda. Ellos pueden aprender algunos pasos para detectar cualquier señal de alerta, educar a sus estudiantes sobre la forma efectiva de resolver conflictos a través de lesiones específicas y ser portavoz de mensajes positivos.

Es importante concienciar a la docencia de que el bienestar emocional es tan importante como el aprovechamiento académico. Una vez leí la siguiente reflexión: “De que sirve que un niño sepa colocar a Neptuno en el Universo, si no sabe dónde poner su tristeza o su rabia” (J. M. Toro). Educar sobre la inteligencia emocional es fundamental para aportar riqueza a la vida presente y futura de los estudiantes.  Los maestros pueden ser capacitados sobre varios elementos relacionados a la salud mental de los estudiantes tales como, identificar la diferencia entre un mal comportamiento y los síntomas sobre alguna condición mental entre otros aspectos.

La salud mental en las escuelas atañe no tan solo al personal escolar y los maestros, los padres son una parte esencial y tienen la responsabilidad primaria sobre sus hijos. Es menester que todos los que conforman la comunidad escolar tengan el compromiso, el empeño y la dedicación necesaria se lograr un clima de convivencia saludable en los entornos escolares.