Cuando se piensa en el acoso escolar o bullying, no podemos
perder de perspectiva que este fenómeno está relacionado con el uso de sustancias
y el comportamiento sexual de los adolescentes. El acoso escolar comienza en el
periodo escolar de primaria pero alcanza su pico más alto en la etapa de la
adolescencia. Es en estas edades que los jóvenes están en mayor riesgo de
experimentar con las drogas ilícitas y con el sexo.
En relación al uso de drogas y alcohol, agresores y víctimas, están
en mayor riesgo de usar cigarrillos, alcohol y marihuana. Estas sustancias son
conocidas como las primeras en la lista de drogas que abren la puerta al uso de
otras drogas más peligrosas como las drogas sintéticas y los opioides. Para las
víctimas, el uso de drogas y alcohol es una forma equivocada de tratar de
lidiar con la situación. Para los agresores, lo ven como una manera de ampliar
su sentido de poder sobre los demás.
En cuanto a la conducta sexual, aunque todos los niños y jóvenes
pueden estar en riesgo de incurrir en una conducta sexual temprana, también los
estudios indican que los estudiantes que se involucran en relaciones sexuales,
tienen más probabilidades de ser blanco de acoso escolar. Esto ocurre más en
las féminas que en los varones. No obstante, los que son agresores y la combinación
de agresor/víctima, estos últimos, tienen mayor probabilidad de iniciarse en
las relaciones sexuales.
A su vez, todas estas variables pueden traer como consecuencia
síntomas clínicos como la baja autoestima, depresión mayor, la ansiedad y el
riesgo de cometer suicidio.
Si se fijan, estas respuestas que los menores pueden tener
frente al bullying son caminos muy peligrosos con repercusiones muy arriesgadas.
Comenzar a cultivar en las edades tempranas de los hijos, la buena comunicación,
la sana autoestima y la confianza, significan un buen punto de partida para la prevención
desde la familia.