En mi país Puerto Rico, se dio a conocer a través de los medios, la
situación de una estudiante que había sido acosada por mucho tiempo. Esta
menor, recibía todo tipo de sobrenombres denigrantes y ofensivos. La estudiante
pertenece al programa de educación especial, el cual es de los Estados Unidos y
sirve a los estudiantes que entre otras cosas presentan problemas específicos de
aprendizaje o alguna condición de salud mental o física.
Fueron dos años (la niña tiene 11 años) en los que la menor recibió toda clase de
vejaciones y humillación. Cuando la estudiante llegó a su límite y se defendió,
hubo un giro trascendental y a ella fue la que acusaron. Ahora enfrenta una situación
legal. Pasó de ser víctima a victimaria.
Lamentablemente, lo que sucedió con esta
estudiante no es algo nuevo ni aislado. En muchas escuelas de diferentes países se observa que los
que son acosados, terminan siendo los agresores y cargan con las peores
consecuencias. Se ignora el dolor y el sufrimiento del cual fueron objeto.
Nunca fueron defendidos cuando más lo necesitaron.
Es fundamental alejarse de una actitud de negación
e indiferencia y tomar postura en contra del maltrato entre estudiantes. La vista
larga, el silencio y la falta de acción jamás serán el camino correcto para
erradicar el bullying.