En las situaciones de
acoso escolar, se encuentran los estudiantes que molestan a un estudiante en específico.
Estos son los acosadores o los “bullies”. No podemos establecer un perfil rígido
de los estudiantes que son los agresores en el acoso escolar. Sin embargo, si
podemos dejarnos llevar por unos elementos o características que son comunes en
los niños o adolescentes que son “bullies”. Ellos han vivido una serie de
experiencias que los han llevado a
reflejar este comportamiento violento. Existen muchas razones por las cuales
algunos niños y adolescentes intimidan a
sus compañeros en la escuela. Puede ser por la vida que llevan en la casa, no
están recibiendo la suficiente atención por parte de sus padres y porque están
siendo impactados por cualquier problema intrafamiliar, como la violencia doméstica,
maltrato, problemas de adicción y
problemas de salud mental. Algunos resuelven intimidar a otros para liberar el
stress que sufren en el hogar, donde viven a diario que la forma de arreglar el
conflicto es a través de la violencia.
Los niños y adolescentes
que tienen una personalidad inestable emocionalmente pueden decidir convertirse
en “bullies” por la gratificación de poder que le otorga el bullying, haciendo
que los otros estudiantes se sientan infelices. Si los agresores tienen
problemas de aprendizaje, falta de habilidades sociales, o problemas de
adaptación también pueden intimidar a los demás para sentirse mejor acerca de
su propia situación personal. En estos casos especialmente, la intervención y
ayuda de un psicólogo especialista en acoso escolar es fundamental. A veces, la razón del
comportamiento de los “bullies” se debe a que está siendo atacado por otros “bullies”
y como forma de afrontamiento, intimida a otros. Esta es una forma común de que
el ciclo de la intimidación continúe y que los estudiantes que normalmente no
intimidan a otros empiecen a hacerlo. En
este caso, los padres deben concentrarse en detener el ciclo de intimidación. La
razón que subyace a la conducta de los estudiantes acosadores es clave para
lograr detener este tipo de comportamiento. Por lo cual, los padres pueden
enseñar a sus hijos formas positivas de lidiar con los problemas y el estrés
para que no tenga que utilizar la intimidación y el maltrato hacia sus compañeros
de escuela.
Generalmente, los
acosadores tienen una manera de ser provocativa e intimidante. Poseen un modelo
agresivo en la resolución de conflictos, presentan dificultad para ponerse en
el lugar del otro, viven una relación familiar poco afectiva, y tiene muy poca
empatía. No saben perder, pueden maltratar a los animales, son impulsivos, muy
poco tolerantes y también son vengativos. Los acosadores pueden llegar a aprovecharse de los estudiantes más pequeños,
robándole sus pertenencias. Los “bullies” mienten constantemente. Cuando se les
confronta suelen victimizarse y culpar a los demás. Se burlan de los demás, les
desagrada participar de las actividades de la familia, incluso las repudian. No
tienen límites, pueden ser groseros y retadores, son poco considerados llegando
a ser obstinados, no logran ser empáticos. Según los expertos, un niño puede
ser autor de bullying cuando sólo espera y quiere que hagan siempre su
voluntad, cuando le gusta probar la sensación de poder, cuando no se siente bien
o no disfruta con otros niños.
El hogar es el primer
centro de aprendizaje sobre cómo nos comportamos en el mundo y todo lo que
sucede en ella repercute en nuestra personalidad. La mayor parte de nuestra
forma de ser se desarrolla cuando somos pequeños. Es muy común encontrar niños
y adolescentes que son acosadores, que proceden de familias donde el padre está
ausente, aunque viva en el hogar. Esto confirma lo que indican varios estudios
en relación a que los acosadores también provienen de familias cuya estructura
se encuentra intacta. Es imprescindible que los padres y encargados de los acosadores
o “bullies” procuren para sus hijos, la intervención interdisciplinaria con profesionales de la salud mental y del área escolar. Recordemos que los niños y adolescentes que demuestran un
comportamiento constante de intimidación, hostigamiento y violencia no solo
reflejan consecuencias adversas inmediatas a todo nuestro entorno, sino que también,
éstos son los posibles delincuentes del mañana.